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miércoles, 8 de agosto de 2012

La teoría del cuento en Juan Valera

En sus incursiones sobre la teoría literaria, no olvidó Juan Valera incluir sus reflexiones sobre algunos aspectos teóricos del cuento. Así, en la Breve definición del cuento, escrita para el Diccionario enciclopédico hispanoamericano, considera que cuento es «narración de lo sucedido o de lo que se supone sucedido» y, por este carácter abierto en que podía incluirse cualquier cosa que se contara, incluso el origen del universo o de los dioses, y las hazañas de los héroes, hasta que tales hechos fueron asumidos bien por la religión bien la historia, «el cuento vulgar primitivo es como el desecho de la historia religiosa, de la historia profana y de la poesía épica de las diversas naciones, y a veces es también el fundamento y el germen de historias y de epopeyas».

            En este sentido, señala Valera, el cuento se difundía oralmente y sólo cuando pasaba de ser cuento a convertirse en historia o dogma adquiría dignidad suficiente para llegar a ser materia de la literatura escrita. El cuento como invención pura era desdeñado por los literatos y sólo el interés didáctico, doctrinal o moral, pudo hacer que el ejemplo, el apólogo, o la fábula, llegara a trasladarse al papel.
            Pero más que estas teorías acerca de los orígenes remotos del cuento, me interesa otro tipo de afirmaciones sobre su carácter libre:

                        Como género de literatura, el cuento es de los que más se eximen de reglas y preceptos. Conviene sí, que el estilo sea sencillo y llano; que tenga el narrador candidez o que acierte a fingirla; que sea puro y castizo en la lengua que escribe, y, sobre todo, que interese o que divierta, y que si refiere cosas increíbles y hasta absurdas, no lo parezcan, por la buena maña, hechizo y primor con que las refiera.

            De modo que la magia del cuento no reside únicamente en las posibilidades de su temática maravillosa o fantástica, sino también en el hechizo, en el acierto y encanto del estilo narrativo. Por eso, precisamente, para liberarse aún más de posibles prejuicios, Valera optó con bastante frecuencia, como señala Margarita Almela, por el cuento semihistórico o semifantástico[1], modalidades ambas que le permitían -la primera por situarse en un tiempo suficientemente lejano y la segunda por escaparse de los límites de la realidad más vulgar- dar rienda suelta a la imaginación. Efectivamente, Valera abogó por la necesidad que tenía el escritor de ajustarse únicamente a la verosimilitud estética, y no verse limitado por una estricta verosimilitud histórica, científica u ordinaria[2].
              Entre estos cuentos semihistóricos o semifantásticos debe incluirse El Hechicero, un cuento escrito en Viena en 1894.


     [1] «Introducción» a El pájaro verde y otros cuentos, Guadalmena, Sevilla, 1990, p. 12.
     [2] De la naturaleza y carácter de la novela, en O. J. V., II, pp. 185-197.

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