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Mostrando entradas con la etiqueta cuento. Mostrar todas las entradas
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jueves, 12 de enero de 2023

Ejercicios blogueros

 Esta tarde comienzo el nuevo curso del máster LITERATURA ESPAÑOLA ACTUAL, NUEVAS TECNOLOGÍAS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN que empecé a impartir hace ahora una década.

    Cada año es importante conocer la experiencia previa de los estudiantes, no por la dificultad que tengan en sí para afrontar los contenidos de esta parte de la asignatura, pues ya han superado otras más complejas, sino por tratar de motivarlos e implicarlos en la práctica bloguera. Por eso, además de preguntarles cuáles son sus conocimientos previos, me intereso por su visión, por cómo se imaginan a sí mismos cuando terminen el máster, hacia qué derrotero desean dirigir su vida laboral. De esa imagen depende mucho el sentido que puedan dar a este proceso de aprendizaje.

    

De libros. MCC

    Para facilitar las sesiones, aunque pongo ejemplo de otros géneros literarios, suelo recurrir al cuento y al microrrelato, porque permiten la lectura cabal y a veces también el comentario. Además, resultan muy útiles para incentivar el desarrollo de una actividad práctica creativa.

    Volveremos a comprobarlo esta tarde.


martes, 27 de enero de 2015

El cuento en el curso «Literatura Española Actual, Nuevas Tecnologías y Medios de Comunicación»

          Comienzo esta tarde mi participación en el curso coordinado por mi compañera Mª Isabel Morales Sánchez, «Literatura Española Actual, Nuevas Tecnologías y Medios de Comunicación». Como el año pasado, pretendo que mi aportación sea modesta, pues no es que yo sea un genio en esto de las «Nuevas tecnologías» —si es que se le puede seguir llamando así—, pero sí que espero que mi experiencia sobre el blog como herramienta docente, de investigación y transferencia, resulte fructífera a los estudiantes.
         Aunque cada vez el número de estudiantes que se acerca al mundo digital es creciente, aun hay muchos que mantienen distancias y reticencias. No todo el mundo puede disponer de un ordenador personal, pero es cierto que cada vez son más los que se acercan a la nueva literatura a través de la tablet o el móvil.
          Como bien saben los docentes de secundaria y bachillerato, estas nuevas herramientas ofrecen muchas posibilidades, pero también tienen algunas desventajas como que la adición a estos aparatos puede ser tal que los alumnos no presten atención a lo que ocurre fuera de la red. Cada vez se lee menos y se escribe menos en papel, lo que —sobre todo en el caso de la escritura— está repercutiendo en el empobrecimiento del lenguaje. Por eso la escritura de un blog puede ser algo muy beneficioso. Así que la idea es conectar una afición con una necesidad. El ámbito de la aplicación del curso dependerá de los intereses de los estudiantes de este año, ya veremos cuáles son.
          En todo caso, creo que, bien usadas, las huevas herramientas nos descubren un mar infinito por explorar. Son muchas las aplicaciones que están surgiendo dedicadas a la lectura, algunas de apariencia tradicional, pero no menos gratificante y seguro que hay muchas por llegar. Veremos que nos depara el derrotero de los días venideros y espero cumplir con las expectativas de los alumnos e incluso, abrir horizontes nuevos en esta era digital.



jueves, 20 de marzo de 2014

Félix J. Palma en «Presencias Literarias»

        Presentado por Nieves Vázquez, estará el próximo jueves 20 (a las 19.00 hs.) en el ciclo «Presencias Literarias» de la Universidad de Cádiz Félix J. Palma.
         Reconocido autor de cuentos desde 2001 ha triunfado también en el campo de la novela. Entre las últimas, El mapa del tiempo y El mapa del cielo han conseguido éxitos notables en Europa, Japón y Estados Unidos.
         Mañana tendremos la oportunidad de conocer algo más de su narrativa de la mano de una narradora que, por cierto, ha sido, como Félix Palma, ganadora del premio Tiflos de relato.

        Por mi parte, aunque pueda resultar una pregunta cansina, me encantaría saber si es cierto que los editores siguen empujando a los autores de cuento a escribir novelas para "exhibir" un verdadero dominio del género narrativo.


sábado, 8 de marzo de 2014

En el día de la mujer, «El sapo es un príncipe y viceversa»


«El sapo es un príncipe y viceversa» es el cuento que da título a un libro de relatos de José Ovejero (Madrid, 1958), publicado en 2008 por la Editorial Funambulista, dentro de la serie «Literadura». Ovejero, escritor de novelas y obras de teatro, es un innovador del género que cada vez va ganando más seguidores, el cuento. Y eso es lo que hace en este volumen donde, a partir de la relectura de alguos cuentos clásicos, para ofrecernos una nueva oportunidad de reflexionar sobre su sentido, dándoles la vuelta -como hace también Ana Rossetti- y arropándolos de un sentido del humor envidiable. En esto se acerca a otro cultivador del cuento, dotado también de un fino sentido del humbor y de una sabia afición a los clásicos, Juan Valera. Entre los del escritor de Cabra, «Garuda o la cigüeña blanca», por ejemplo, tiene cierta similitud con el relato que ocupa esta entrada, no solo por el ambiente del relato, sino también por la libertad característica de la heroína de los cuentos de Valera. 
    La etopeya de la protagonista del relato de Ovejero sirve para introducir la narración, lo que dirige al lector a profundizar en una de las características de su cuentística, el interés por la sicología de los personajes, más allá de la brevedad del género:
Érase una vez una adolescente de un país nórdico de cuyo nombre no hace ninguna falta que nos acordemos. Tampoco merece la pena averiguar cómo se llamaba su ciudad, y ni siquiera sería necesario saber cómo se llamaba la adolescente: era eso, una adolescente, es decir, no era tan feliz y optimista como fingía ser cuando estaba con un grupo de amigos, ni era tan desgraciada como habría parecido cuando se la veía con su familia. Tenía ataques de entusiasmo seguidos de ataques de mal humor. el mundo le parecía un lugar injusto y detestable; el mundo le parecía un lugar maravilloso y lleno de sorpresas que la aguardaban a la vuelta de cualquier esquina. El futuro le daba miedo, o más bien la daba miedo no tener otro futuro que el de los adultos que veía a su alrededor; temía volverse un día como ellos; y por eso mismo sentía mucha curiosidad por el futuro y aun creía que en su caso el destino haría una excepción: ella sería distinta, menos gris, viviría con más intensidad. 
Pero volvamos al cuento. La adolescente, llamémosla Sonja para facilitar la narración, había salido a pasear por el campo. Era primavera...
 
    Ahí, en el campo, y en una primavera como la que empieza a anunciarse dejamos a Sonja para que la rescate la lectora o el lector. 

martes, 28 de enero de 2014

Sobre Blogs, literatura y otros cuentos.

      Este será el tema de mi intervención en el curso «Literatura española actual, nuevas tecnologías y medios de comunicación», que coordina mi compañera Isabel Morales Sánchez, y en los que ya han intervenido, además de la coordinadora, José Jurado Morales, Jesús Maeso de la Torre, autor de En una tierra libre, Félix Remírez, Javier de Cos y lo hará José Antonio Cordón. Este año 2022-23 nos acompañan otros participantes.
      Lógicamente, como saben los lectores de estas páginas, me centraré en el cuento o relato breve, género al que he dedicado varios años de investigación y no pocas publicaciones.



        El esquema de estas dos jornadas será el siguiente:
1. ¿Por qué un blog?  Sus posibilidades en la docencia, la investigación y la innovación.
Explicaré qué me llevó a abrir un blog. Mi experiencia en las Enseñanzas Medias y el uso del blog en Secundaria tanto como en el Bachillerato, así como la aplicación que estoy realizando en mis asignaturas de Licenciatura, Grado y Máster. Comentaremos aquí una entrada del blog de Vicente Luis Mora.
       Las posibilidades que se abren para la Innovación docente y la utilización como herramienta para la Transferencia de la investigación.
2. Escribir ––aunque sea un blog–– es contar. Examinaremos las relaciones del blog con los diarios y dietarios, o los cuadernos de bitácora y el uso que hacen en este sentido algunos escritores y las prácticas de editoriales y aficionados al género. Recordaremos el significado de «contar» en relación con el género «cuento» y analizaremos un cuento del Quijote.
3. Trasteando con el cuento. Desde 2011 ––y algo antes––. Explicaré mi experiencia bloguera en este blog literario, particularmente la que tiene que ver con el cuento y comentaremos algunos cuentos literarios que aquí se recogen desde el siglo XVIII a la actualidad. Entre estos últimos estaran algunos de Ana Rossetti, Jesús Maeso, Félix Remírez y Santiago Roncagliolo.

El blog como cuaderno de bitácora docente

Efectivamente, entre las diversas posibilidades que ofrece el uso del blog para la docencia, además de la que ya he practicado con mis alumnos reseñar lecturas, preparar trabajos, reflexionar sobre apuntes de clase, el propio profesor puede utilizarlo como cuaderno de bitácora en el que anotar el rumbo, la hoja de ruta, el derrotero, «el camino y senda que [...] se propone seguir en lo que intenta o procura», como también los materiales que puede utilizar para alcanzar el destino que se ha propuesto, la velocidad que va a imprimir al curso de su viaje, las maniobras que se ve obligado a realizar para llegar a buen puerto y los demás accidentes que conviene anotar en todo cuaderno de bitácora, que pretenda convertirse también en útil aguja de marear, una vez acabada la navegación.

          Ejemplos de esto que digo serán algunas de las entradas siguientes.

jueves, 28 de noviembre de 2013

«El Estudiante de Salamanca» y las leyendas de seducción y conversión final.

Como poema romántico, El estudiante de Salamanca participa de una doble adscripción genérica el cuento en verso y la leyenda, en la que El estudiante podría insertarse por su alusión a la historia o, más concretamente, a la tradición. Efectivamente, a ella nos remite el narrador cuando al comienzo del poema funda su relato en lo que «antiguas historias cuentan» y sitúa el origen de la acción en un ámbito espacio-temporal tan apropiado para el misterio como para contar relatos de terror. También, al final del poema, el narrador trata nuevamente de anclar en la tradición oral la increíble anécdota del poema, la de una supuesta aparición diabólica «que en forma de mujer y en una blaca / túnica misteriosa revestido/ aquella noche el diablo a Salamanca/ había en fin por Montemar venido». 
        Las fórmulas orales «vedla», «vedle», propias de la épica parecen insistir en esa tradición y el hecho de que Félix de Montemar sea presentado como «Segundo don Juan Tenorio», parece recordar la conocida leyenda del burlador de mujeres que, como señaló en su momento Robert Marrast, en la versión publicada en la revista Museo artístico y literario ofrece la siguiente variante: «Nuevo don Juan de Marana». La historia de este seductor arrepentido fue objeto de una relación escrita por el jesuita Juan de Cárdenas en 1680 y muy conocida en su Sevilla natal, donde llegaría a oídos de Merimée todavía en su viaje de 1830.
          Marrast, y José M. Díez Taboada, apuntan que esta última historia se mezcla con la leyenda del estudiante Lisardo, que recoge Antonio de Torquemada en el Jardín de flores curiosas (Salmanca, 1570) y donde se narra cómo un joven que se dispone a seducir a una monja asiste, de camino al convento, a su propio funeral. Como indica Marrast, la leyenda de Lisardo se popularizó gracias a los romances Lisardo, el estudiante de Córdoba, que aún eran conocidos en el XIX. Entre otras historias de pecadores arrepentidos, añade Marrast la de San Franco de Sena, al que se alude en la tercera parte de la obra de Espronceda, que terminará por arrepentirse de su vida licenciosa después de perder la vista.
           La novedad de El Estudiante de Salamanca radica precisamente en que ningún aviso logra asustar al estudiante, que sigue obstinado en su maldad y muere persistiendo en su rebeldía contra la divinidad. En ese sentido, Espronceda sería el representante de ese Romanticismo liberal, del que en Europa destacan principalmente Victor Hugo y Byron.

martes, 23 de abril de 2013

El beso inocente en «El caballero del azor», de Juan Valera



En El caballero del azor, el joven Plácido, expósito recogido por doña Aldonza, se ha enamorado de la hija de ésta, Elvira. No obstante, el padre de la muchacha, don Fruela, se opone a estos amores por los oscuros orígenes del pretendiente. Plácido es conminado a alejarse y así lo hace; pero un día a la edad de catorce años los jóvenes se encuentran en el bosque lo que podría haber dado lugar a una reunión gozosa termina en nueva y dolorosa separación. Así lo cuenta el narrador, que se despega en esta ocasión de las crónicas y romances que dicen servirle de fuentes:

 En un día en que salieron de caza con don Fruela, el caballo de Elvira corrió desbocado y fue a perderse en la espesura de un bosque. Plácido la siguió para salvarla y acertó a llegar cuando el caballo que ella montaba tropezó y cayó, derribándola por el suelo. Elvira, por fortuna, no se hizo el menor daño. Plácido se apeó con ligereza, acudió en su auxilio y la levantó en sus brazos. Instintivamente, sin saber qué hacían, cediendo ambos a un impulso irreflexivo, tal vez movidos por los invisibles genios y espíritus de la selva, acercaron sus rostros y se dieron un beso. Plácido se creyó por breves instantes transportado al paraíso; pero la realidad más cruel hubo de mostrarle enseguida que estaba en la dura y áspera tierra. 
Plácido se ve obligado a huir, no sin prometer vengar la afrenta. El joven se refugia en una abadía, donde permanece seis años hasta que un joven lo provoca y, tras el altercado, es expulsado de la misma. El abad, no obstante, entrega a Plácido armas y dinero, tras lo cual el muchacho decide volver a vengar la afrenta de don Fruela.            

            Cuando Plácido llega al castillo, se encuentra con una circunstancia imprevista que va a favorecer su suerte amorosa: don Fruela ha sido acusado de traición y nadie ha querido defenderlo. El joven, protegido ahora con un escudo que para él han dejado doña Aldonza y su hija, reta a los acusadores de don Fruela. Al combate asisten el rey y su hermana doña Jimena, que al ver el escudo lo reconoce como el hijo que le había sido robado, precisamente, por el acusador de don Fruela. Conocida la alevosía, el criminal don Raimundo es ajusticiado. Castigado el daño, y restaurado su honor, el joven Plácido, reconocido[1] como Bernardo del Carpio[2], se casa con su amada Elvira. 
              Es posible, según indica Margarita Almela, que la anécdota central esté inspirada en el Quijote, pues en la obra cervantina se menciona en dos ocasiones la muerte por estrangulamiento de Roldán a manos de Bernardo el Carpio[3], motivo que se descubre al final del relato cuando se revela que Roldán había sido el joven novicio que lo había provocado en el monasterio, dando lugar a su expulsión de la abadía.
                El final feliz se alcanza no solo con la recuperación de la identidad perdida, sino con la boda de los jóvenes,  y la muerte del provocador Roldán a manos del joven héroe.



    [1] Para facilitar el desenlace feliz, el narrador recurre aquí, al igual que en La buena fama, al procedimiento de la anagnórisis.

     [2] Obras de  Juan Valera, I, pp. 1145-1149.
     [3] Margarita Almela Boix, La cultura como principio organizador del realismo de la narrativa de Don Juan Valera, pp. 161-167.  

jueves, 28 de marzo de 2013

Feijoo, el duende, el vampiro y el redivivo (I).

           
De la edición del Teatro crítico y Cartas eruditas de Alianza editorial.

         Ahora que está tan de moda la literatura y la cinematografía de vampiros, no está de más recordar aquí la Carta 20 incluida en el tomo IV (1753) de las Cartas eruditas y curiosas de Feijoo, que lleva por título «Reflexiones críticas sobre las dos disertaciones que, en orden a apariciones de espíritus y los llamados vampiros, dio a luz poco ha el célebre benedictino y famoso expositor de la Biblia don Agustín Calmet» ––ya se sabe que, en lo tocante a títulos, podían ser muy barrocos––, pues ya en ella, Feijoo trata de desterrar las supersticiones que, en torno a duendes, vampiros y aparecidos o muertos vivientes, tenían los hombres del XVIII y no está de más recordar que el benedictino dio a la luz esta obra en la década de los cuarenta.
          Esta carta, en concreto está escrita como respuesta a un Vuestra Merced, del que ignoro su identidad ––si es que no se trata de un recurso literario––, quien le ha solicitado un dictamen sobre las mencionadas disertaciones que contiene el libro que publicó el teólogo francés en 1746. Es decir, entra de lleno en el terreno de la crítica literaria y para ello, lo primero que hace es explicar el asunto de ambas. La primera versa, pues, sobre «apariciones de ángeles, demonios y otros espíritus; la segunda sobre los revinientes o redivivos, en cuyo número entran con los vampiros y brucolacos, los excomulgados por los obispos del rito griego». 
          Feijoo recurre a la lógica para recordar que «ni todas las que se refieren en las historias se deben admitir como verdaderas, ni todas reprobarse como falsas» ––lo que significaría incurrir en credulidad necia o en incredulidad impía––, además ––añade––, una aparición posible no tiene por qué ser considerada como verdadera, lo mismo que tampoco al contrario y, por último advierte que, para asentir o disentir a los hechos históricos, hay que tener en cuenta los testimonios de mayor peso y calificación.
          Antes de ofrecer su dictamen sobre la primera cuestión, advierte que Calmet se muestra bastante perplejo y dubitativo a la hora de calificar algunos de los casos, lo que le permite ofrecer sus reflexiones sin ningún embarazo y, para ello, comienza con el «cuento» del consejero del parlamento de París al que una noche, durante el sueño, cree ver a un joven que le repite unas palabras en un idioma que no entiende. El consejero anota lo escuchado y al día siguiente un perito le dicen que se trata de un mensaje en lengua siria que le advierte «Retírate de tu casa, porque hoy a las nueve de la noche se ha de arruinar», lo que efectivamente ocurrió. Pero Feijoo señala que se trata de un relato muy similar a una fábula del poeta Simónides.
          Más adelante, se refiere el caso de un predicador jesuita, que recibe la visita de un gigantesco espectro que quiere hablarle, y que el padre se lo impidió advirtiéndole que «según su estatuto, de silencio, no podía oírle sin licencia de su prelado», de modo que debería volver al día siguiente para hacerlo con el permiso correspondiente, como así sucedió y de resultas de lo cual sufrió un terror que lo tuvo alelado hasta su muerte. «Es de reparar, en este caso ––comenta Feijoo––, el ridículo escrúpulo de no querer oír al espectro sin licencia del prelado.El estatuto le mandaba abstenerse de hablar a aquella hora, mas no de oír, y mucho menos a quien venía a hablarle con orden o, por lo menos, permisión del superior de todos los superiores.
         No es esta la única ocasión, desde luego, en que Feijoo se burla de la ingenuidad de estos relatos y en más de una ocasión clama contra la credulidad de sus contemporáneos, contra las estratagemas y fábulas de duendes y difuntos que se fingen para tener «comercio amoroso» y se ríe francamente de los prejuicios y supersticiones del común. Así, rechaza la intervención de diablos que impiden trabajar en las minas, lo que no consta ––asegura Feijoo–– a los españoles americanos y sí las mil y una argucias para apoderarse de tesoros enterrados.
          Sobre los muertos que vuelven a la vida para expiar alguna culpa o acabar alguna tarea que les quedó por terminar, asegura que la mayoría son auténticos «cuentos de viejas» que, por otra parte, contradicen la doctrina sobre el purgatorio, es decir, la existencia ––ahora desmentida–– de «un lugar destinado para purificarse las almas que salieron de este mundo si toda aquella pureza que es necesaria para entrar en la patria celestial».
         En fin, termina su repaso Feijoo, recordando el poder de la imaginación que hace confundir con frecuencia lo soñado con la realidad, al quedar «estampado en su cerebro como si fuese visto; lo que es cierto que sucede tal cual vez a los de una imaginativa vivísima» y que por tanto, estas apariciones son frecuentemente producto de una «imaginativa alterada».
          Dejo para la siguiente entrada lo concerniente a vampiros y redivivos.

viernes, 14 de diciembre de 2012

El primer cuento de Hans Christian Andersen

The tallow candle es el título del primer cuento del autor danés, que acaba de ser recuperado por un paisano suyo. El investigador  Esben Brage es el autor del hallazgo del manuscrito de este cuento de hadas, que habla sobre la importancia de la autenticidad frente a la apariencia exterior.
Se trata de una copia manuscrita heterógrafa -no realizada por el autor- de un relato que H.C. Andersen debió componer entre 1822 y 1826.


Primera página del manuscrito. Fuente AFP/ El País.
Se desconoce dónde puede hallarse el manuscrito original. 
Más información, en la noticia de El País, que hoy ofrece su traducción al español en versión de Enrique Bernárdez.

sábado, 1 de diciembre de 2012

«Prosigue la Historia de Gulguli-Chemamé, Princesa de Tesis»


 
Mil y un cuartos de hora. Cuentos tártaros, de Fray Miguel de Sequeiros*.

          El buen rey Fanfur [1], señor, prosiguió Ben-Eridoun, después de seis años de ausencia del principe Outzim-Ochantey, a quien ya no contaba entre los vivos, se había al cabo determinado a darse otro heredero. No había tres meses que había hecho elección de una esclava de rarísima belleza que había elevado al trono, cuando Gulguli-Chemamé entró en Nanquin[2], capital de la China, adonde este príncipe hacía su residencia.  
          Como ella no quería darse a conocer, tuvo el cuidado de ocultar su sexo con el traje de hombre; y no obstante ese disfraz, su buena gracia, y el aire gracioso de su persona, no la hicieron ser menos notada de todos los moradores de Nanquin. 
          Fanfur, que con su nueva esposa estaba a la ventana de su palacio, a tiempo que la princesa de Tesis pasaba, fue curioso de saber quién era un extranjero de tan buena cara: mandó le dijesen le quería hablar y Gulguli-Chemamé, habiéndose presentado delante de aquel monarca, con un aire que le agradó sobre manera, le dijo que era un hijo de un príncipe de la Georgia, y que se llamaba Soufél, y que viajando solo por su gusto, pensaba de hacer en Nanquin larga mansión.
          La reina Kamcém (este era el nombre de aquella esclava), a quien Fanfur había dado parte de su trono, estaba con este monarca cuando hizo llamar a Gulguli-Chemamé: ella le representó, que no era  grandeza suya permitir que un extranjero como Soufél posase en otra parte que en palacio, y este buen rey, que siguiendo el uso de las gentes de cierta edad, que se desposan con personas mozos, se dejaba gobernar enteramente por su mujer, aprobó un consejo en que el amor de Kamcém tenía más parte que la generosidad. Ella no pudo echar los ojos sobre un hombre tan cabal, sin hacer de él comparación con el rey Fanfur. Este príncipe, por quien ella no tenía inclinación alguna, le pareció espantosamente feo en aquel momento, y sintió nacer en su corazón una violentísima pasión al joven Soufél.
          La favorable acogida que ella le hizo no movió a Fanfur persuadido de la sabiduría de la reina. Él mismo la ministraba cada instante los medios de entretener a Soufél; y Kamcém no esperó mucho tiempo para declararle lo que pasaba en su corazón. 
          Gulguli-Chemamé, que había atribuido las honras que recibía de esta princesa a un motivo del todo diferente del que la impelía, quedó admirada de una declaración tan pronta y tan urgente: quedó inmóvil cuando Kamcém, interpretando favorablemente su silencio, prosiguió de esta manera: 
           [Continuará]





[1]  Fanfur. Sigo la anotación del autor a otro pasaje. «Ha habido un príncipe, llamado Fanfur, que reinó en la China el año de 1289.»
[2] Nanquin. «Nanking. Ciudad China, en la región oriental, capital de la provincia de Kiangsu».