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domingo, 5 de noviembre de 2017

Seminario Representaciones e imaginarios nacionales españoles» (1831-1879)


Mañana da comienzo, en la Facultad de Filosofía y Letras, el Seminario Representaciones e imaginarios nacionales españoles» (1831-1879). Se trata de un encuentro de expertos, dentro del Proyecto LEER Y ESCRIBIR LA NACIÓN: MITOS E IMAGINARIOS LITERARIOS DE ESPAÑA (1831‐1879), que nos permitirá despegar en las tareas para el próximo Proyecto I+D, en que pretendemos examinar, de qué manera la literatura, pero también otros relatos contribuyen a difundir una nueva idea de nación, vinculada al Romanticismo y al despegue del moderno estado liberal, que tan bien ha estudiado uno de nuestros invitados, Xavier Andreu.
     Empezaremos a las 17.00 e intervendrá en primer lugar Leonardo Romero Tobar (U. Zaragoza), con su ponencia «La nación en textos románticos».
El martes presentaremos, además, uno de los resultados de nuestro proyecto anterior.
El resto de la programación, pueden consultarla aquí




sábado, 30 de septiembre de 2017

Voltaire y los vampiros

Cuando escribí hace unos años acerca de  «El duende, el vampiro y el redivivo», de Feijoo, desconocía la existencia de esta entrada sobre los «Vampiros» en el Diccionario filosófico (1764) de Voltaire, y que ahora he podido leer en la  traducción publicada por el editor valenciano F. Sempere en 1901, que ofrece el proyecto Filosofía en español. Como se recoge en esa misma web, la obra había sido ya traducida al español en 1825 por C. Lanuza y publicado en Nueva York.
Traducción al español de C[ayetano?.] Lanuza

     Lo curioso es que Voltaire, como ya había hecho Feijoo en 1753, parte para su artículo del libro del teólogo benedictino francés, Agustin Calmet, en 1746, para, en una prosa bastante más directa, llegar a la misma conclusión que el benedictino español. La creencia en los vampiros está directamente relacionada con la de los brucolacos en Grecia, pero mientras Feijoo concluye su larga disertación arremetiendo finalmente contra los griegos por la práctica cruel del empalamiento como modo de eliminar a los vampiros, Voltaire cierra su entrada con una irónica alusión a los jesuitas, a quienes atacaba sistemáticamente y de alguna manera identificaba con una especie de chupópteros, como luego se encargaría de recordar Fernando Garrido en su ¡Pobres jesuitas!.


jueves, 24 de agosto de 2017

Stockholms Kulturfestival 2017



El pasado día 15 llegamos a Estocolmo, procedentes de Copenhague, donde habíamos pasado unos días estupendos en esa luminosa capital. Así lo fue para nosotros, independiente de que el primer día nos lloviera, por lo atractiva y viva que se nos manifestó.
En Estocolmo nuestra estancia coincidió con el inicio de un festival cultural, desarrollado en varios escenarios paralelos diseminados por el casco histórico de la capital sueca: plaza de Gustav Adolfs Torg, Karl XX, Norrbro, Seppsbron...
Se trata de un festival organizado por la ciudad de Estocolmo y con entrada libre. En cada uno de los espacios se desarrollaban distintos espectáculos. Varios en torno a una línea temática: India, país al que se homenajeaba en esa ocasión. Así por ejemplo, pudimos asistir a la representación de Love Story, en versión musical estilo Bollywood, escuchar al prercusionista Zakir Hussain o ver las evoluciones de la bailarina y vocalista Geeta Chandran, destacada especialista de la danza clásica Bharathanatyam e incluso, para los más atrevidos, la artista proponía un taller para aprender esta danza.
Asimismo, Suranjana Ghosh ofrecía su innovadora música, al introducir la tabla india en su interpretación de música rock, jazz o cualquier otro género, pues también conoce el flamenco, la ópera, el blues o la música sueca.
Fuera de esta temática, el espectáculo de Bowie in Berlin, el dúo sueco femenino Icona Pop, el trío colombiano Puerto Candelaria, Ellen Andersson Qurtet y muchos otros.
Fuente de la imagen: aquí
 Y más allá de la música, el público podía disfrutar se sesiones de Yoga, visionado de películas, literatura y conversación, teatro y circo, ópera, Finsk tango, o de los sabores de la gastronomía del país oriental.
Muy interesantes, asimismo las actividades dedicadas a la familia y a los niños, desde artesanía a juegos de creatividad, ballet, ritmos de salsa para bebés, carnaval caribeño, robótica o experimentos con la ciencia.
Foto propia

Foto propia




En fin, la ciudad de Estocolmo ofrece un festival cultural para todos y con una oferta atractiva y diversa.


miércoles, 26 de julio de 2017

Sanlúcar y Doñana en la pluma de Fernán Caballero

La relación de Fernán Caballero con Sanlúcar data de los años 50. Es conocido que, al menos desde 1848, en Cecilia Böhl trataba en El Puerto de Santa María, a los duques de Montpensier, que aun residiendo en Sanlúcar, asistían con frecuencia a las célebres corridas portuenses acompañados del escritor francés Antoine de Latour, por aquel entonces instructor de los infantes. A principios de 1854 Cecilia Böhl de Faber se establece en Chiclana, pero, muy descontenta de su vida en dicha población, se muda a Sanlúcar al año siguiente, y se instala en una casa cedida por el viticultor y escritor José Pastrana Seik, con quien mantendrá una deliciosa correspondencia, en la que no faltarán las menciones a la problemática del cultivo de la vid.
Manning, Spanish Pictures, 1870.  
Posiblemente, durante esta estancia que se prolongó hasta febrero de 1857 en que fue autorizada a ocupar una vivienda en el Alcázar de Sevilla, conoció a algunos de los personajes que le inspiraron su relato Dicha y suerte, que vería la luz en el tomo I  de la edición de los Cuadros de costumbres realizada por Mellado en 1862. El primero de los seis capítulos (1) en que se distribuye la materia narrativa, está dedicado a describir el marco espacial del relato:

Biblioteca Digital Hispánica

En aquel Coto, que quizá como ningún otro paraje de Europa, nos representa la Naturaleza en su primitivo estado, bello, inculto y despoblado, pueden figurar propiamente el papel de Noé, los guardas puestos allí por los duques y cuyos cargos se suelen heredar de padres a hijos. En aquella soledad, de la que sobre todo los ancianos casi nunca salen, conservan en su carácter y costumbres mucho de patriarcal y de inocente. (...)

En estas descripciones, la autora se interesa mucho por reunir documentación exacta y, para ello, no dudaba en requerir a sus familiares y conocidos que le proporcionaran datos que pudieran considerar de interés, pues estaba especialmente interesada en retratar la diversidad de los paisajes del Bajo Guadalquivir.
Desde el mismo título, la autora proyecta la contraposición entre los modos de vida de ambos parajes, la ciudad de San Lucas —Sanlúcar— y el hábitat salvaje del coto de Doña Ana —Doñana—, que considera de forma idealizada. Efectivamente, el campo es el espacio idílico donde habitan los personajes sencillos de Fernán Caballero, el edén donde conservan su inocencia, su pureza y su fe en Dios. En Dicha y suerte encontramos las vidas paralelas, pero divergentes, de Vicente, un pobre leñador, y Don Próspero, un nuevo rico. El primero se ha criado en el idílico paraje del coto de Doñana, junto a su padre el tío José y sus dos hermanos mayores: «[...] tenía veintitrés años, a una hermosa figura, a un genio alegre y bondadoso, unía una gran cultura moral que había injerido el padre a toda su familia con solo hacerse respetar, puesto que el respeto es la base de toda verdadera cultura». Como se encarga de plasmar la narradora, ese mismo respeto había engendrado en sus hijos el más entrañable cariño hacia él, pues es muy rara la cosa que se respeta y no se ama. 
     De Rosa, la joven criada en el Coto de Doñana, el narrador nos explica que, aunque criada en la ciudad de Sanlúcar, pertenece a un mundo igualmente tradicional, por lo que cada una de sus acciones deben estar sancionadas por la autoridad paterna. Con todo, si la objeción del padre le impide casarse con Vicente, el joven leñador, ésta no puede variar sus inclinaciones amorosas:

Unía Rosa a esto una de esas índoles de mujer que no tienen más manantial de felicidad o de tormento en la vida que el del cariño, y que no conciben que otro interés ni objeto alguno pueda encerrar la existencia. La docilidad de su carácter era sólo comparable a la constancia de su sentir; su voluntad era nula, menos cuando la regía su corazón; entonces era el suave y resistente junco, siempre cediendo, mas nunca quebrado. 

Pero no solo el coto de Doñana, en que la autora se detiene con morosidad y delectación, es objeto de la mirada romántica de la autora, todo lo contrario. Los barrios Alto y Bajo, la torre moruna transformada en vigía, el Castillo de Guzmán El Bueno y el palacio de los Duques de Montpensier, forman también parte de este recorrido paisajístico y patrimonial de Sanlúcar de Barrameda, una ciudad que se convierte en símbolo de la diversidad paisajística de España (2): «En España, más que en otro país alguno, tienen las provincias diversas y marcadas fisonomías, así como las tienen distintas entre sí los pueblos de una misma provincia. Todo aquel que haya permanecido en ellos y los haya observado con cuidado y con amore podrá haber notado lo que dejamos dicho».

(1). Como explico en mi libro «Fernán Caballero» entre el folclore y la literatura de creación. De la relación al relato (Ayuntamiento de Cádiz / Ayuntamiento de El Puerto de Santa Mª, 1999), los siguientes títulos de capítulos, hasta el quinto, presentan series binarias de sintagmas nominales, unidos también por la conjunción y, pero sin matiz oposicional, sino copulativo. En el capítulo quinto los sintagmas nominales está yuxtapuestos, con matiz causal. El capítulo sexto es una muestra más del gusto de la autora por bautizar a sus personajes con nombres simbólicos.

(2) «La mirada romántica de Fernán Caballero al patrimonio andaluz», en Antonio Gómez Yebra (edit.), Patrimonio Literario Andaluz. Libro Homenaje a Cristóbal Cuevas García, V, Universidad de Málaga, 2013, pp. 91-104.

jueves, 13 de julio de 2017

El rapto de las Sabinas y otras violencias contras las mujeres

Recientemente un amigo me recomendó que leyera este blog de El País y enseguida recordé que cuando recibía clases de cultura clásica en el Instituto un compañero me lanzó lo que él debía considerar un piropo irresistible: «A ti te raptaba yo como a las Sabinas». Lo peor es que, tan asumido tenía esas actitudes machistas, que no me horrorizó tanto la propuesta de mi condiscípulo como el escaso atractivo del enardecido «seductor».

Poussin, El rapto de las Sabinas. Fuente: Wikipedia

    El problema, como señala su autora, Concha Mayordomo, no es la presencia de este tema en el arte, sino que tales delitos puedan seguir siendo justificados como algo «natural». Amparándose quizás como recoge la misma autora, en planteamientos como el siguiente: 

Cuando el objeto erótico es una mujer, la incitación al rapto se potencia porque también, en cierto modo, puso Dios en el mundo a la mujer para ser arrebatada, no digo que deba ser así, pero ¿qué le vamos a hacer si Dios lo ha arreglado de esa manera? Ortega y Gasset, Estudios sobre el amor (Plenitud, 1957),

Así, como recuerdan estos jóvenes Colegui$$$ en esta parodia musical, ya hemos empezado los Sanfermines con un nuevo caso de acoso sexual: Power

viernes, 19 de mayo de 2017

«Fernán Caballero» en «cuadros vivos».

      El pasado 6 de abril, tuve la oportunidad de inervenir en el  XIII Congreso organizado por el Centro Internacional de Estudios sobre Romanticismo Hispánico «Ermanno Caldera», con una ponencia sobre Frasquita Larrea y su hija Cecilia Böhl de Faber, Fernán Caballero.


Para la misma utilicé varias anotaciones de algunos diarios de viaje de Frasquita Larrea y algunas cartas de Cecilia. Entre estas últimas, una de las que más me ha llamado siempre la atención es aquella en la que Cecilia Böhl de Faber trataba de explicar en una carta a su amigo José Joaquín de Mora cómo se sentía en 1849, al publicarse La Gaviota en El Heraldo y haberse dado a conocer que era ella la que se escodía tras el seudónimo Fernán Caballero:

                                                 si tiene usted curiosidad de saber el efecto que ha he- 
                                                 cho en mí el verme en pública palestra, como observa- 
                                                 ción fisiológica, le diré a usted que, lejos de ser agra- 
                                                 dable, ha sido una imponderable angustia. Sentí en mí 
                                                 un sentimiento análogo al que deberían sentir esas mu- 
                                                 jeres que en los cuadros vivos se ponen descubiertas 
                                                 ante el público. Sentí como una especie de profanación 
                                                 de mis pensamientos íntimos, que no quisiera partir 
                                                 sino con mis amigos. ¡Una tontería, es verdad! 
                                                 Pero el  sentir no es siempre discreto. 

     No era la primera vez. En 1835, cuando su madre envió a la revista El Artista su relato Una madre o la batalla de Trafalgar, sintió no solo que Frasquita lo hubiera hecho sin su conocimiento, sino que se había publicado con una nota en la que se indicaba que tras la cifra C. B. se ocultaba una identidad femenina. Por ese motivo, remitió una carta a los editores, en la que se quejaba de semejante atropello.
     Como han señalado varios estudiosos, desde Montesinos que la llamó «el gran calamar andaluz» a Mercedes Comellas (Obras escogidas de Fernán Caballero, 2010), Cecilia estaba obsesionada con esconder su identidad, tal vez porque como escribió a Eugenio de Hartzenbusch en carta del 7 de enero de 1853 «la pública expectación [...] es para mí la pública vergüenza». Es decir, es como si se exhibera desnuda. Por eso mismo resulta interesante la alusión a los «cuadros vivos», pues aunque es una práctica artística relacionada con los belenes vivientes y que se conoce en España en su forma moderna desde la segunda década del siglo —Carmen Pinedo encuentra una mención a una representación valenciana en 1819—, es cierto que volvieron a cobrar nuevo interés por las fechas en que Fernán Caballero publica La Gaviota, en 1849, y que dieron bastante que hablar, como puede comprobarse al leer la prensa de aquellos años.
     Volveré sobre este asunto en una nueva entrada.

sábado, 18 de marzo de 2017

«Mala sangre», de Carmen Moreno

En su regreso al territorio narrativo, Carmen Moreno ha elegido cultivar la «novela del oeste», como señaló Oscar Lobato, en su presentación en Las libreras.

El acto discurrió con enorme amenidad gracias por una parte al formato elegido, la entrevista, y por otro, a la sagacidad del «maestro de ceremonias» que, como buen lector de la obra de Carmen Moreno y experimentado periodista y escritor, supo sonsacar a la autora las claves de su nueva novela y logró el objetivo de incitar al público a leer Mala sangre. Las lecturas, las claves autobiográficas, los guiños cinematográficos, fueron algunas de las referencias con las que entrevistador y entrevistada sedujeron a un público que se dejó atrapar en un ambiente familiar, propiciado por el espacio que «Las libreras» destinaron a la presentación.
Mala sangre, publicada por la editorial «Apache Libros», espera tu lectura.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Fuente de la imagen.

Este 8 de marzo juntas y fuertes #NosotrasParamos. Nos sumamos al Paro Internacional de Mujeres (PIM) que se esta organizando en más de 40 países. 
Queremos parar en las casas, las calles, las escuelas, universidades, fabricas, tiendas, empresas, es decir, queremos parar en todos aquellos lugares donde nos encontremos para visibilizar que sin nosotras no se mueve el mundo. Parar y alzar la voz contra las violencias que de manera cotidiana se producen contra nosotras, parar para ver que somos muchas y juntas somos fuertes. 
Para ello llamamos a participar: 
Paro durante todo el día.
Si no puedes parar todo el día hazlo de 12:00 a 12:30 horas y peta las redes con fotos y mensajes. 
Lleva alguna prenda negra si no puedes parar.

lunes, 2 de enero de 2017

Mary Shelley. «El mortal inmortal».

Casi al tiempo de cumplirse los doscientos años del verano que inspiró el relato de Frankestein, leí dos cuentos fantásticos de Mary Shelley, de soltera Mary Wollstonecraft Godwin, cuya también famosa madre hubo de morir a los diez día de su alumbramiento.
16 de julio de 1833. Éste es un animersario memorable para mí: ¡hoy cumplo trescientos veintitrés años! 
¿El Judío Errante?... Seguro que no. Más de dieciocho siglos han pasado por encima de su cabeza. En comparación con él, soy un Inmortal muy joven.




     Así empieza el primero de estos relatos, «The Mortal Inmortal», que fue publicado en 1833 en el almanaque The Keepsake.


El cuento dialoga, por una parte, con la leyenda del judío errante y, por otra, evoca la figura del alquimista Cornelius Agrippa, de quien se supone que el protagonista Winzy era su ayudante, cuando trabajaba en un preparado que supuestamente debía curar el mal de amores.
Bertha. Fuente: Romantic Circle

     El joven, herido por el desdén de su amada Bertha y celoso porque esta se deja agasajar por el joven que su rica protectora le propone como esposo, decide probar el filtro, pero la inesperada aparición de Cornelius lo sobresalta y solo acierta a beber la mitad de su contenido, antes de dejar caer la vasija.
    Finalmente Bertha y Winzy se casarán, pero este cuento no tendrá un happy end: Cuando Bertha descubra que su marido disfruta de una sempiterna juventud, será ella la que padezca de celos.
     La pareja deberá enfrentarse a las asechanzas derivadas de su diferente condición y el desconsuelo se hará insufriblemente eterno tras la muerte de Bertha y Winzy vea llegar su tricentenario y vigésimo tercer aniversario.
     En una próxima entrada abordaré «Transformation», que tuvo una curiosa adaptación al español en 1839, con el título de «El diablo enano».