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sábado, 8 de marzo de 2014

En el día de la mujer, «El sapo es un príncipe y viceversa»


«El sapo es un príncipe y viceversa» es el cuento que da título a un libro de relatos de José Ovejero (Madrid, 1958), publicado en 2008 por la Editorial Funambulista, dentro de la serie «Literadura». Ovejero, escritor de novelas y obras de teatro, es un innovador del género que cada vez va ganando más seguidores, el cuento. Y eso es lo que hace en este volumen donde, a partir de la relectura de alguos cuentos clásicos, para ofrecernos una nueva oportunidad de reflexionar sobre su sentido, dándoles la vuelta -como hace también Ana Rossetti- y arropándolos de un sentido del humor envidiable. En esto se acerca a otro cultivador del cuento, dotado también de un fino sentido del humbor y de una sabia afición a los clásicos, Juan Valera. Entre los del escritor de Cabra, «Garuda o la cigüeña blanca», por ejemplo, tiene cierta similitud con el relato que ocupa esta entrada, no solo por el ambiente del relato, sino también por la libertad característica de la heroína de los cuentos de Valera. 
    La etopeya de la protagonista del relato de Ovejero sirve para introducir la narración, lo que dirige al lector a profundizar en una de las características de su cuentística, el interés por la sicología de los personajes, más allá de la brevedad del género:
Érase una vez una adolescente de un país nórdico de cuyo nombre no hace ninguna falta que nos acordemos. Tampoco merece la pena averiguar cómo se llamaba su ciudad, y ni siquiera sería necesario saber cómo se llamaba la adolescente: era eso, una adolescente, es decir, no era tan feliz y optimista como fingía ser cuando estaba con un grupo de amigos, ni era tan desgraciada como habría parecido cuando se la veía con su familia. Tenía ataques de entusiasmo seguidos de ataques de mal humor. el mundo le parecía un lugar injusto y detestable; el mundo le parecía un lugar maravilloso y lleno de sorpresas que la aguardaban a la vuelta de cualquier esquina. El futuro le daba miedo, o más bien la daba miedo no tener otro futuro que el de los adultos que veía a su alrededor; temía volverse un día como ellos; y por eso mismo sentía mucha curiosidad por el futuro y aun creía que en su caso el destino haría una excepción: ella sería distinta, menos gris, viviría con más intensidad. 
Pero volvamos al cuento. La adolescente, llamémosla Sonja para facilitar la narración, había salido a pasear por el campo. Era primavera...
 
    Ahí, en el campo, y en una primavera como la que empieza a anunciarse dejamos a Sonja para que la rescate la lectora o el lector. 

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