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martes, 25 de febrero de 2014

Cuenta los pasos de la vida, soneto de Diego Torres Villarroel

Por alguna razón, siempre me ha conmovido este soneto de Diego de Torres Villarroel, a pesar de lo ajena que pueda resultarme su visión desengañada. Un desengaño producido por la creencia, muy en la línea de otros sonetos de Quevedo, de que la vida terrenal es un tránsito efímero e incierto, que apenas nos da la bienvenida para despedirnos casi sin darnos cuenta.
La desesperanza parece ser la única realidad del hombre, que admite la fúnebre ley severa a que lo ha condenado una culpa ajena. En medio, solo oscuridad y dolor y un ascético regodearse en la podredumbre escatológica, en la degradación material y vital.
Cuenta los pasos de la vida.

De asquerosa materia fui formado,
en grillos de una culpa concebido,
condenado a morir sin ser nacido,
pues estoy no nacido y ya enterrrado.
   De la estrechez obscura libertado
salgo informe terrón no conocido, 
pues sólo de que aliento es un gemido
melancólico informe de mi estado.
  Los ojos abro, y miro lo primero
que es la esfera también cárcel oscura;
sé que se ha de llegar el fin postrero.
Pues ¿adónde me guía mi locura,
si del ser al morir soy prisionero,
en el vientre, en el mundo y sepultura?

 Y sin embargo, cuántos matices, cuántos encierra su vida y su obra, como puedes descubrir en la página que le dedica la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de donde proceden ambas imágenes:
BVMC
Muy diferentes son por cierto otros poemas como el que dejaré para la entrada siguiente que, tejido con semejantes mimbres, se envuelve con la agudeza cómica.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

«La cueva de la doncella»


La cueva de la doncella, de Ana Rossetti, luego recogido en Mano de santos y en Recuento, es el título del cuento sobre el que estoy trabajando. Bueno, en realidad, llevo muchos años con él. Una casualidad me llevó a este relato en unos años en que impartía un curso de Literatura para alumnos americanos. Desde entonces acá, lo he releído, contado e imaginado en muchas ocasiones. Fue una de las lecturas que le di a mi hija en esa edad en que las niñas ya no lo son, pero tampoco son ni siquiera adolescentes rebeldes, aunque yo en ese tema nunca me podré quejar sino todo lo contrario.
Tantas historias de tradición oral, tanto ritual de lectura, tanto sobre la vida pero también sobre la literatura y sobre la mujer, y sobre los cuentos, y sobre la vida que da la literatura, y las alas de la imaginación, y también San Jorge y el dragón, la doncella, el día del libro, y miles de cosas más. En fin, que, quién sabe por qué, haber trabajado con el cuento de El Hechicero de Juan Valera, me hizo recordar de nuevo este relato de Ana Rossetti que no sé si alguna vez se ha interesado por las historias de este escritor, diplomático, dandy, bonvivant, humanista, "machista" -aunque sea un cierto anacronismo- pero enamorado de las mujeres y de su genio creador... En fin, un cuento con muchas lecturas y con muchas posibilidades mágicas que seguro dará para seguir trasteando bastante. 

viernes, 14 de septiembre de 2012

A un olmo seco, de Antonio Machado.

Quizás sea uno de los primeros poemas que recuerdo haber estudiado en aquella tan denostada EGB, "A un olmo seco".
Un poema de Campos de Castilla, de Antonio Machado, que hablaba sobre el milagro de la vida, que siempre se espera, aun en momentos en que la vida está amenzada por la edad, la enfermedad, o por cualquier otra circunstancia, como le ocurría a su esposa Leonor, afectada por una tuberculosis en fase terminal, aunque no pueda limitarse el texto a la estricta lectura biográfica.
A un olmo seco

 Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido.

  ¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.

  No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.

  Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.

  Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas en alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas, 
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.


Por eso me ha sorprendido y dolido tanto la noticia aparecida en Diario de Cádiz en la que unas alumnas, contrariadas por no haber encontrado entre las opciones del examen de lengua un texto periodístico, aseguraban que se trataba de un intento político de dificultar el acceso a la universidad. Por favor, independientemente de la interpretación sesgada, y aunque no comulgo con la actual política cultural ni universitaria, sostener que proponer un comentario de textos de Antonio Machado es cercenar los límites del acceso a la universidad me parece demasiado fuerte. ¿Qué universidad queremos? ¿Qué nivel cultural exigimos y defendemos?
Un hermoso poema, al que Serrat dedicó una de sus canciones del dico Dedicado a Antonio Machado. Poeta. A ver si así nos vamos introduciendo en la obra del maestro sevillano y especialmente en Campos de Castilla