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sábado, 8 de febrero de 2014

«Reflexión política» sobre la lectura, de 1810

En varias ocasiones he utilizado en mi blog doceañista el Diario mercantil de Cádiz como fuente hemerográfica para conocer el estado de la ciudad en los años de las Cortes, su pulso político, la situación de la escena teatral, la afición a la música, la sociabilidad en calles y plazas, las tertulias y cafés y un sinfín de particularidades de la vida cotidiana de aquellos años; pero en esta ocasión quiero atraerlo a este cuaderno de bitácora, porque el 15 de diciembre de 1810 dedicó entre su sección de «Variedades» una reflexión política que tiene como objeto subrayar la importancia y alcance de la lectura.


Efectivamente, para el editor del periódico, la libertad de lectura es un derecho sagrado que permite conocer la verdad, alcanzar la felicidad y alejar el despotismo. Lógicamente, en la consideración ilustrada de este derecho prevalece su conexión con el decreto de libertad de imprenta, y de que la censura, ejercida por cualquier poder solo trata de proteger sus propios intereses, pero no deja de tener vigencia la idea de que la ignorancia nos hace esclavos. Y así, termina el redactor: «Ya es tiempo pues de que no sea un crimen en nuestro suelo el conocimiento de lo que debemos a la sociedad y de lo que ella nos debe por su parte; [...] ya ha amanecido el día feliz de que pongamos un dique a la esclavitud, sabiendo todos, y enseñando a nuestros hijos que el hombre es libre, y que jamás debe someterse a lo que le engaña o envilece [...]».

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