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miércoles, 8 de agosto de 2012

Los cuentos de Juan Valera

Tras su dedicación juvenil a la poesía, Juan Valera no se decide a cultivar la narración en prosa hasta 1859 en que dará al periódico El Estado un artículo en el que se incluía el cuento Parsondes, que posteriormente, en 1864, sería publicado independientemente con el título de Cuento soñado[1]. En 1860 aparece El pájaro verde, primero y único de una colección de cuentos Florilegio de cuentos, leyendas y tradiciones, que, junto a Antonio María de Segovia, había pensado publicar.

            En esta nueva aproximación al cuento, Valera se conduce, tal como explica en el prólogo a dicho volumen, como los hermanos Grimm y otros contemporáneos europeos que veían en los cuentos tradicionales "desfiguradas ruinas de una antigua religión", "fragmentos dispersos y mutilados de una epopeya perdida" cuya belleza formal había desaparecido y había que tratar de rescatar; por eso, declara su propósito de "no ser fieles hasta en las palabras y frases con que los rústicos los refieren", sino de elevar "a poesía la idea germinal del vago e inconsciente instinto poético del vulgo"[2]


                Treinta y cuatro años más tarde, al publicar La buena fama, su postura sigue siendo la misma[3]. Entre El pájaro verde y El bermejino prehistórico, tercero de sus cuentos[4], median diecinueve años en los que escribió tres novelas de costumbres contemporáneas. Y es que posiblemente cuando sufría una larga cesantía diplomática prefería dedicarse a la novela, que requería un esfuerzo más prolongado, mientras que la composición de cuentos podía compaginarla más fácilmente con sus trabajos en legaciones y embajadas; al menos esto parece deducirse de la dedicatoria de La buena fama a Segismundo Moret:

                        Mi querido amigo: La bondadosa confianza con que usted me ha tratado todo el tiempo que como ministro ha sido jefe mío, mueve de tal suerte mi gratitud que deseo darle muestra de ella, y no teniendo a mi alcance otra más rica, me atrevo a dársela dedicándole el cuentecillo que sigue, fruto, si no sabroso, cultivado por mí con amoroso esmero en algunos ratos de ocio diplomático[5].

Efectivamente, durante su estancia finisecular en Viena escribió El Hechicero[6], Lamuñequita[7] y La buena fama[8]; y de regreso ya en Madrid, retirado de sus ocupaciones diplomáticas debido a su ceguera pero con la mente muy activa, escribe El caballero del azor[9], El doble sacrificio[10], Los cordobeses en Creta[11], El duende beso[12], El último pecado[13], El San Vicente Ferrer de talla[14], El cautivo de doña Mencía[15], Garuda o la cigüeña blanca[16], y El maestro Raimundico.  
Desde luego que su dedicación a este género estuvo también motivada por las posibilidades que el cuento le ofrecía para retratar el comportamiento de un personaje en una situación límite, como recuerda Margarita Almela, o por su mayor conexión con el universo poético. Al fin y al cabo, como decía Novalis, "El cuento es en cierta forma el canon de la poesía".
No faltan tampoco, las cuestiones crematísticas[17]. Es evidente que el pago de un cuento contribuía de forma más inmediata -si bien menos duradera- a paliar sus incesantes problemas pecuniarios y, además, algunas revistas como La Ilustración Española y Americana, pagaban por piezas, tanto si se trataba de una narración en verso o prosa, larga o corta, como si se trataba de un artículo, cualquiera que fuese su extensión[18].

De estos relatos y del resto de su producción cuentística trata Juan Valera y la magia del relato decimonónico.           



     [1]Cf. Margarita Almela, La cultura como principio organizador del realismo de la narrativa de Don Juan Valera, UNED, Madrid, 1986, p. 3.
     [2] Cyrus C. DeCoster, Obras desconocidas de Juan Valera, pp. 81-88.
   [3]En la dedicatoria a Segismundo Moret declara: "yo me lisonjeo de haberlo restaurado en la dignidad, el decoro y la verosimilitud que hubo de tener en su origen. Obras de Juan Valera, [O. J. V., de aquí en adelante], I, p. 1105.
 
     [4]Almanaque de la ilustración Española y Americana, 1879.
     [5]O. J. V., I, p. 1105.  El subrayado es nuestro.
     [6]Publicado en La España Moderna, LXVI (junio de 1894).
     [7]Impreso por primera vez en el volumen XIV de sus Obras Completas, Imprenta Alemana, Madrid, 1905-1935.
     [8]Vio la luz en La España Moderna, LXX, LXXI y  LXXII, de octubre a diciembre de 1894.
     [9]El Liberal, 3 de enero de 1897.
     [10]El Liberal, 7 de febrero de 1897.
     [11]El Liberal, 3 de enero de 1897.
     [12]El Liberal, 11 de julio de 1897.
     [13]El Liberal, 25 de julio de 1897.
     [14]El Liberal, 15 de agosto de 1897.
     [15]La Ilustración Española y Americana, 22 diciembre de 1897.
     [16]El Liberal, enero de 1898.

     [17]Botrel, J. F., "Sur la condition de l'écrivain en Espagne dans le seconde moitié du XIX siècle: Juan Valera et l'argent", en Bulletin Hispanique, LXXII, 1970, pp. 292-310.
 [18] Cf., Cartas a Menéndez Pelayo del 26 y 30 de abril de 1883, en Artigas Fernando, M., Epistolario de Valera y Menéndez Pelayo, Compañía Iberoamericana de Publicaciones, Madrid, 1930, pp. 158 y 159.

martes, 24 de enero de 2012

Del apunte personal al diario bélico-político de Frasquita Larrea (II)

La primavera de 1807 aún le permite seguir disfrutando de cierta paz y más aún cuando puede gozar de buena y sabia compañía:
«Quisiera que conocieras a mi amigo el Magistral –se refiere al gaditano magistral Cabrera, de enorme predicamento en la ciudad–. Ahora está aquí, y hacemos nuestros pequeños cursos de Botánica paseándonos por los jardines y por los pinares.
Ha leído a Kant en latín, y me ha explicado algunos puntos de su sistema, sobre todo del que forma con respecto a los animales (...) Kant engrandeciendo la idea dle Criador pretende que los animales tienen alma, que así como es inferior a la nuestra aquí, en la misma proporción lo será también en otro orden de cosas, y que como las obras de dios son infinitas, incomprensibles, sería blasfemar quererlas corartar según nuestras limitadas luces. No sé si he comprehendido bien al Magistral, pero sí sé que cuando me hablaba de estas cosas, me hacía amar mucho a este buen y gran Creador» (Chiclana, 30 de abril de 1807)

El romanticismo y la poesían tiñen completamente sus cartas:
«Nuestra primavera es hermosísima y mi jardincito la luce; está lleno de fragancias y colores. Te escribo en una atmósfera embalsamada que entra por el balcón de mi gabinete con el canto de los pájaros y el susurro de los insectos. Bien puedo decir con Wordsworth:

"There's a blessing in the air
Which semms a sense of joy to yield 

que seguramente no gozan ustedes en G.», (Chiclana 8 de mayo de 1807).

Del apunte personal al diario político de Frasquita Larrea

Como es bien sabido,aunque poco tiempo antes confesara que la política no le interesaba, en agosto de 1807 Frasquita empezó a escribir a su marido sobre los acontecimientos bélicos protagonizados por las tropas napoleónicas. 
Nada que ver con las primeras cartas que le escribe desde Chiclana, recién llegada casi de regreso de Alemania en el verano de 1806:
«Te escribo casi a la luz de la Luna que se mete clarísima por mis ventanas. El cencerro del buey que anda en la noria, el incesante trino de los grillos, el graznido de las ranas, la fragancia del aire, la ausencia de toda voz humana, todo está en harmonía con el sosiego de mi corazón». (Chiclana, 10 de julio de 1806).

La descripción del paisaje campestre de Chiclana responde casi al tópico del lugar ameno de la poesía bucólica, pero impregnado ahora por la experiencia personal, tan característicamente sentimental en el Romanticismo. No en vano, en esos días está releyendo a Shakespeare y al supuesto bardo Ossian:
«Mi vida es bien tranquila. Durante el día hace calor, pero las noches son deliciosas. Muchas de ellas me quedo en el balcón hasta después de las doce, y aún a esa hora suenan en la distancia las guitarras y castañuelas; este sonido que ninguno otro interrumpe, inspira una melancolía incompatible con el bullicio de la hora del sol». (Chiclana, 10 de julio de 1806).

Y cuando se trata de pintar su huerto, entonces empieza a descubrirse una perspectiva casi pintoresca del paisaje:
«Es indefinible la sensación que causan las primeras aguas del otoño en este país, y cuando acabado de llover el sol despliega el azul del cielo, y que el vientecillo Oeste bambolea suavemente las ramas de las acacias cargadas de las gotas de agua, parece que todas las sensaciones de la vida se despiertan para hacernos gozar de todas las bendiciones del cielo. Mi jardincito es la maravilla de Chiclana, los árboles y arbustos de las cuatro partes del mundo fructifican perfectamente en él. Toda la familia de las acacias, empezando por el aroma que exhala a tanta distancia su delicioso perfume, el árbol de la pimienta, el sycomoro, el plátano, etc., mezclados con una profusión de naranjos, mirtos, adelfas, jazmines, etc., forma de él un pequeño edén» (Chiclana, 14 de septiembre de 1806).
 

lunes, 26 de diciembre de 2011

viernes, 2 de diciembre de 2011

La "navegación infinita"

Como señala Juan José Díez, la webnovela permite una lectura (o una navegación) infinita, ya que el lector, según su curiosidad puede:
a) navegar por las subtramas o profundizar en datos referidos a hechos personajes o situaciones;
b) escuchar archivos sonoros (musicales, de sonidos, o de voz);
c) conocer fotografías o videograbaciones relacionadas igualmente con los personajes;
d) indagar en periódicos u otras fuentes documentales;
e) jugar con los espacios y el tiempo gracias a google earth, google maps y otras aplicaciones similares;
f) relacionar la novela con la pintura, a través de referencias pictóricas;
g) relacionar la obra con otras obras, con otros textos;
en fin «enredarse» infinitamente en las múltiples posibilidades que internet puede ofrecer.

Una experiencia para los nuevos estudiantes

Una experiencia para los nuevos estudiantes, los nuevos tiempos y los nuevos lectores.
Es la propuesta de la intervención de Marieta Cantos en la FIL.
Recurrir al hipertexto como herramienta para la docencia de la Literatura en la Universidad.




Se presenta el 2 de diciembre.

jueves, 1 de diciembre de 2011

Nuevos espacios, prácticas e itinerarios de lectura

Hoy 1 de diciembre comienza el Coloquio Internacional nuevos espacios, prácticas e itinerarios de lectura: el papel de las Universidades., que se desarrolla en el marco de la FIL de Guadalajara (México).
La inaugración correrá a cargo de la Dra. Ruth Padilla, Directora General SEMS.
Seguro que será todo un éxito.