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miércoles, 23 de noviembre de 2011

El «Quijote» y «quijotismo» en la prensa del Setecientos (II). El Argonauta español

También el cirujano de la armada, Pedro Gatell, autor de El Argonauta Español (1790), se apuntó a la moda del quijotismo, es decir, adoptó una actitud desengañada ante  las costumbres coetáneas de sus paisanos y se dedicó a tratar de corregirlas a través de la sátira vertida en su periódico:
«día vendrá en que saque los colores a muchos, pues lo considera preciso e indispensable para desfacer agravios, y para pro y bien de la república, únicos agentes que le obligan a escribir, como al Caballero de los Leones el haberse metido a andante».



Además del uso de la sátira moderda, sin acritud, al estilo cervantino, y de otras concomitancias, en el «Discurso XXI. Medicina» el Bachiller sueña que su biblioteca de medicina sufre un escrutinio similar a la de don Quijote: «Soñó días pasados el Bachiller Argonauta que se había vuelto don Quijote, con la diferencia de que si al Caballero de la Triste Figura le habían trastornado el juicio los descomunales libros de caballería, al Bachiller los de la medicina», El Argonauta español, número 12.
Por otra parte, gozaba ya de fama entre sus contemporáneos por haber publicado un año antes La moral de Don Quijote. Allí, al declarar los motivos que le indujeron a escribir la obra, dice el cura:

«¿Acaso –decía en mis solas– convendría más o sería más útil haber expuesto los hechos y discursos de don Quijote de la Mancha, del Caballero de la Triste Figura, de los Leones, etc., que las de Alonso Quijano, el Bueno? No, por cierto, pues que aquellas eran producciones de un delirante ciego y loco, y éstas son partos de un entendimiento sano, juicioso y, lo que vale más, escarmentado».

Animado por el éxito de esta obra publicó en 1793 La Moral de más famoso escudero Sancho Panza, con idea de utilizar los personajes cervantinos para defender su el orden social que él considera justo: : «Mi objeto no es otro sino que se instruyan los que lo necesitan en la virtud; que se desengañen muchos de los quijotes y sanchos del día y que, lejos de imitar a aquellos dementes y fuera de juicio, los imiten cuerdos y ejemplares».
 

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