La primavera de 1807 aún le permite seguir disfrutando de cierta paz y más aún cuando puede gozar de buena y sabia compañía:
«Quisiera que conocieras a mi amigo el Magistral –se refiere al gaditano magistral Cabrera, de enorme predicamento en la ciudad–. Ahora está aquí, y hacemos nuestros pequeños cursos de Botánica paseándonos por los jardines y por los pinares.
Ha leído a Kant en latín, y me ha explicado algunos puntos de su sistema, sobre todo del que forma con respecto a los animales (...) Kant engrandeciendo la idea dle Criador pretende que los animales tienen alma, que así como es inferior a la nuestra aquí, en la misma proporción lo será también en otro orden de cosas, y que como las obras de dios son infinitas, incomprensibles, sería blasfemar quererlas corartar según nuestras limitadas luces. No sé si he comprehendido bien al Magistral, pero sí sé que cuando me hablaba de estas cosas, me hacía amar mucho a este buen y gran Creador» (Chiclana, 30 de abril de 1807)
El romanticismo y la poesían tiñen completamente sus cartas:
«Nuestra primavera es hermosísima y mi jardincito la luce; está lleno de fragancias y colores. Te escribo en una atmósfera embalsamada que entra por el balcón de mi gabinete con el canto de los pájaros y el susurro de los insectos. Bien puedo decir con Wordsworth:
"There's a blessing in the air
Which semms a sense of joy to yield
que seguramente no gozan ustedes en G.», (Chiclana 8 de mayo de 1807).