«Las costumbres de Madrid» fue el artículo con el que Ramón de Mesonero Romanos propuso su programa costumbrista, un proyecto inspirado en parte, como señalara José Escobar,en el «Preface» del Tableau de Paris de Mercier, uno de los modelos franceses en el que, junto con la obra de Jouy, sirvió de fuente de inspiración a los costumbristas españoles, como también señalara Maragrita Ucelay da Cal.
El artículo se inaugura con dos lemas, uno de Horacio y otro de Lupercio de Argensola que sirven para enmarcar con dos citas clásicas —una de la literatura clásica latina y otra de la española— los propósitos críticos del escritor, es decir, su intención de representar la sociedad en la que vive, mediante el ejercicio de la sátira, con las dificultades que conlleva dicha perspectiva crítica:
El narrador escudado en la voz de una primera persona, desde el punto de vista de un testigo contemporáneo de los hechos, y citando algunas de sus fuente se decide a «ensayar un género que en otros países han ennoblecido las elegantes plumas de Adisson, Jouy y otros» y «presentar al público español cuadros que ofrezcan escenas de costumbres propias de nuestra nación, y más particularmente de Madrid, que como corte y centro de ella, es el foco en que se reflejan las de las lejanas provincias». Será pues, la vida madrileña, como exponente privilegiado del latir de la nación española el objeto de su retrato moral, de su estudio de la sociedad española. Y en este estudio moral, será objeto de su atención la sociedad contemplada en toda su amplitud, «la que en el idioma moderno se llama buena sociedad, las de la medianía, y las del común del pueblo, tendrán alternativamente lugar en estos cuadros». Es decir, será una mirada abarcadora como la que realiza el espectáculo óptico del panorama, que permite recorrer con la vista un entorno de 360º o, de 180º en el caso de los semi-panoramas.
Efectivamente, el modo de la mímesis, el modelo de la representación literaria, será la pintura, y concretamente la que aspira a asimilarse al natural que copia, como ocurre con la pintura panorámica que bien representa paisajes naturales o urbanos, aunque más tarde introducirá el tema bélico entre otros. En este de la Batalla de Murten se puede realizar una visita virtual.
La razón de este proyecto de Mesonero, la explicaba el narrador algunas líneas atrás:
Los franceses, los ingleses, alemanes y demás estranjeros, han intentado describir moralmente la España; pero o bien se han creado un país ideal de romanticismo y quijotismo, o bien desentendiéndose del trascurso del tiempo, la han descrito no como es, sino como pudo ser en tiempo de los Felipes...
Es decir, los extranjeros que han retratado las costumbres españolas lo han hecho imbuidos de tópicos generalmente librescos o ignorando el paso del tiempo, tan acelerado en el curso del siglo XIX, como había declarado al principio del artículo:
El transcurso del tiempo y los notables sucesos que han mediado desde los últimos años del siglo anterior, han dado a las costumbres de los pueblos nuevas direcciones, derivadas de las grandes pasiones e intereses que pusieran en lucha las circunstancias.
Una sucesión de trasformaciones que no podrían haber dejado de afectar a la sociedad española:
«Los españoles, aunque más afectos en general a los antiguos, no hemos podido menos de participar de esta metamorfosis, que se hace sentir tanto más en la corte por la facilidad de las comunicaciones y el trato con los extranjeros».
El artículo se cierra con la declaración de la limitación del objeto de su sátira, que nunca llegará al ataque de personalidades, esto es de individuos, como también declarara Larra en su primer artículo, y con la enumeración de algunos de los temas que abordará en las siguientes entregas.
El artículo se inaugura con dos lemas, uno de Horacio y otro de Lupercio de Argensola que sirven para enmarcar con dos citas clásicas —una de la literatura clásica latina y otra de la española— los propósitos críticos del escritor, es decir, su intención de representar la sociedad en la que vive, mediante el ejercicio de la sátira, con las dificultades que conlleva dicha perspectiva crítica:
Si no está dotado de un
genio observador, de una imaginación viva, de una
sutil penetración; si no reúne a estas dotes
un gracejo natural, estilo fácil, erudición
amena, y sobre todo un estudio continuo del mundo y del país
en que vive, en vano se esforzará a interesar a sus
lectores; sus cuadros quedarán arrinconados, cual
aquellos retratos que, por muy estudiados que estén,
no alcanzan la ventaja de parecerse al original.
El narrador escudado en la voz de una primera persona, desde el punto de vista de un testigo contemporáneo de los hechos, y citando algunas de sus fuente se decide a «ensayar un género que en otros países han ennoblecido las elegantes plumas de Adisson, Jouy y otros» y «presentar al público español cuadros que ofrezcan escenas de costumbres propias de nuestra nación, y más particularmente de Madrid, que como corte y centro de ella, es el foco en que se reflejan las de las lejanas provincias». Será pues, la vida madrileña, como exponente privilegiado del latir de la nación española el objeto de su retrato moral, de su estudio de la sociedad española. Y en este estudio moral, será objeto de su atención la sociedad contemplada en toda su amplitud, «la que en el idioma moderno se llama buena sociedad, las de la medianía, y las del común del pueblo, tendrán alternativamente lugar en estos cuadros». Es decir, será una mirada abarcadora como la que realiza el espectáculo óptico del panorama, que permite recorrer con la vista un entorno de 360º o, de 180º en el caso de los semi-panoramas.
Efectivamente, el modo de la mímesis, el modelo de la representación literaria, será la pintura, y concretamente la que aspira a asimilarse al natural que copia, como ocurre con la pintura panorámica que bien representa paisajes naturales o urbanos, aunque más tarde introducirá el tema bélico entre otros. En este de la Batalla de Murten se puede realizar una visita virtual.
Edificio para contemplar panoramas. Section of the Rotunda, Leicester Square. ©British Library |
Panorama de Edimburgo. Barker. Fuente Wikimedia Commons. |
La razón de este proyecto de Mesonero, la explicaba el narrador algunas líneas atrás:
Los franceses, los ingleses, alemanes y demás estranjeros, han intentado describir moralmente la España; pero o bien se han creado un país ideal de romanticismo y quijotismo, o bien desentendiéndose del trascurso del tiempo, la han descrito no como es, sino como pudo ser en tiempo de los Felipes...
Es decir, los extranjeros que han retratado las costumbres españolas lo han hecho imbuidos de tópicos generalmente librescos o ignorando el paso del tiempo, tan acelerado en el curso del siglo XIX, como había declarado al principio del artículo:
El transcurso del tiempo y los notables sucesos que han mediado desde los últimos años del siglo anterior, han dado a las costumbres de los pueblos nuevas direcciones, derivadas de las grandes pasiones e intereses que pusieran en lucha las circunstancias.
Una sucesión de trasformaciones que no podrían haber dejado de afectar a la sociedad española:
«Los españoles, aunque más afectos en general a los antiguos, no hemos podido menos de participar de esta metamorfosis, que se hace sentir tanto más en la corte por la facilidad de las comunicaciones y el trato con los extranjeros».
El artículo se cierra con la declaración de la limitación del objeto de su sátira, que nunca llegará al ataque de personalidades, esto es de individuos, como también declarara Larra en su primer artículo, y con la enumeración de algunos de los temas que abordará en las siguientes entregas.
Maqueta de Madrid. Fuente Wikipedia |
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