Entre
los textos que Frasquita Larrea dejó inéditos figura el siguiente
fragmento escrito en abril de 1811, poco después de la Batalla de la
Barrosa
«Chiclana»
¡Era un dulce rincón. Rincón alegre y festivo de la hermosa Andalucía que, alguna vez, la risueña primavera señaló por suyo. A lo lejos podéis divisar este ameno valle. La blanca población de Chiclana resalta entre el perpetuo verdor de sus bosques de pinos. A su espalda descuella una colina, coronada por un castillo de otros tiempos. Al amparo de su antiguo silencio reposan en paz los padres del pueblo. Al pie de sus tumbas derrama el viejo Salado sus nombradas aguas. Grupos de arrayanes, lentiscos, carrascas y algarrobos adornan el cerro del sur consagrado por una capilla pintoresca a Santa Ana, patrona querida del pueblo. Confiado en su protección, plantó sus viñas y sembró sus mieses el labrador; y cuando vino la cosecha cantó a su bienhechora.
Chiclana hacia 1800 |
«Chiclana»
«She
is a charming visionary!» he exclaimed. «Her mind is stored with images
of clasic interest & her heart is witness to circumstances on
national grievance. This is the true patriotism of Women»...
¡Era un dulce rincón. Rincón alegre y festivo de la hermosa Andalucía que, alguna vez, la risueña primavera señaló por suyo. A lo lejos podéis divisar este ameno valle. La blanca población de Chiclana resalta entre el perpetuo verdor de sus bosques de pinos. A su espalda descuella una colina, coronada por un castillo de otros tiempos. Al amparo de su antiguo silencio reposan en paz los padres del pueblo. Al pie de sus tumbas derrama el viejo Salado sus nombradas aguas. Grupos de arrayanes, lentiscos, carrascas y algarrobos adornan el cerro del sur consagrado por una capilla pintoresca a Santa Ana, patrona querida del pueblo. Confiado en su protección, plantó sus viñas y sembró sus mieses el labrador; y cuando vino la cosecha cantó a su bienhechora.
Colección Periñán |
¡Días
de paz, fiestas de flores y frutas, celebradas al son de guitarras,
panderos y castañuelas, en los campos de Santa Ana! Aún bulle en mi
memoria el murmullo de vuestro alborozo y se retrata en mi fantasía
aquel glorioso paisaje, cuando sumergiéndose el sol en el océano azul,
jugaban sus últimos rayos en el puro ambiente, formando una atmósfera de
fragancias, sonidos y colores alegres; y mientras la esplendente Luna
derramaba su ancha luz sobre la callada población de Chiclana y las
montañas, desvanecidas con el crepúsculo, volvían a aparecer en el
argentado oriente, aun tembleteaban en el magnífico piélago los reflejos
rosados del pasado día y se diseñaban sobre un horizonte de aéreo verde
las murallas de Cádiz. Los tonos del ruiseñor ondeaban en el perfumado
rocío; el incierto ladrido, el distante cencerro sonaban en la ligera
brisa... ¡Voz de contento en que multitud de dulzuras circulaban en este
ámbito de paz!... Viajero!, han pasado esos días como pasa el humo del
aloe! Vi al extranjero encender sus fuegos de guerra con la oliva de los
campos de Santa Ana, vi al cañón destructor amenazar desde los umbrales
de su Santuario, vi la risa del impío en la habitación del dolor, vi en
las parados semblantes la palidez de la impotente ira... y tomaron este
lúgubre silencio por resignación!... ¿qué sabe el vándalo de las penas
del alma?
Louis-F. Lejeune, Bataille de Chiclana, prés de Cadix, le 5 mai 1811 |
¡Días
de paz, pasados como pasa el humo del aloe! Lejos de vosotros, y
semejante a la nube sin agua, juguete de los vientos, entre los yelos de
otro clima, en la tierra del extranjero, vuestra idea acompaña mi
agitada carrera. Rayos de recordado placer penetran mi desabrida
soledad, aun cuando braman las cien voces del huracán y el infortunio
cae sobre mi corazón. Alzo los ojos al aplomado firmamento y sueño en
los horizontes celestes de mi Patria. Al través de un velo de neblina
miro los desnudos troncos y pienso en los mirtos, naranjos y laureles de
la Andalucía, vanos de sus días de diciembre.
¡Amor
de la Patria! ¡Lejos del alma exaltada aquella fría filosofía que desea
aminorar tu influjo, que te pinta como una ilusión de la fantasía, como
la brillante visión de un ánimo pequeño!... Varios intereses pueden
distraer el empeño nacional: pero el corazón es siempre patricio. En
aquel país en que primero hemos aprendido a amar y a sufrir, aquel país
encadena nuestros afectos; y el sentimiento nos hace patriota antes que
sepamos serlo por principio.
¡Amor
indeleble! Acaso si mi Patria fuese libre y feliz no habrían interesado
mi corazón las intrigas de su Gabinete, los mezquinos cálculos de su
interés comercial o de su ambición legislativa. Pero en su noble
infortunio, suyos son todos mis sentimientos. Cantaré sus virtudes,
disculparé sus errores y lloraré la falsa política de sus Jefes.
Frasquita Larrea
Museo Municipal de Cádiz |
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