De besos, ya hemos tratado con Valera, Bécquer y ahora, por mediación de un poema de Jovellanos ––quién lo iba a decir––, me acordé de este soneto de Góngora:
La dulce boca que a gustar convida
Un humor entre perlas distilado,
Y a no invidiar aquel licor sagrado
Que a Júpiter ministra el garzón de Ida,
Amantes, no toquéis, si queréis vida;
Porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
Cual entre flor y flor sierpe escondida.
No os engañen las rosas que a la Aurora
No os engañen las rosas que a la Aurora
Diréis que, aljofaradas y olorosas
Se le cayeron del purpúreo seno;
Manzanas son de Tántalo, y no rosas,
Que pronto huyen del que incitan hora
Góngora avisa, como otros tantos poetas, de los peligros del amor: así le fue a Adán, ––se diría.
Claro que pocos fueron tan claros como Nicolás Fernández de Moratín en su Arte de las putas. Y es que el XVIII tiene su Ilustración oculta.
Detalle de El Carro de Heno, de «El Bosco» |
Claro que pocos fueron tan claros como Nicolás Fernández de Moratín en su Arte de las putas. Y es que el XVIII tiene su Ilustración oculta.
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