Entre la literatura vampírica tan frecuente en el siglo XIX, no cabe duda de que uno de los relatos más conocidos es La dama pálida (1849), de Alejandro Dumas, hijo, también traducida como La bella vampirizada y el vampiro de los Cárpatos. El cuento formaba parte de su colección de cuentos de terror Los mil y un fantasmas.
La historia, narra en primera persona la tragedia de la noble polaca Edvige:
«Soy polaca, nacida en Sandomir, vale decir en un país donde las leyendas se tornan artículos de fe, donde creemos en las tradiciones de familia como y -acaso más que- en el Evangelio. No hay castillo entre nosotros que no tenga su espectro, ni una cabaña que no tenga su genio familiar».
Durante la guerra entre Rusia y Polonia, su familia se enfrenta al zar y sus hermanos mueren en el frente. El anciano padre decide morir en su castillo, pero obliga a su hija a marchar escoltada a un convento en los Cárpatos, donde años atrás había encontrado refugio la madre. Los Cárpatos encierran mil y un peligros tanto o más fieros que los rusos, pero el mayor temor lo concita el encuentro con los bandidos moldavos.
El cortejo va guiado por un poeta popular que entona una canción con la que trata de conjurar el miedo a bandidos y vampiros, cuando es asaltado por una banda que asesina al grupo y se lleva a la joven a su castillo. Dos de ellos, los hermanos Kostaki y Gregoriska, descubre su lado sentimental y se disputan su afecto. Gregoriska le pide que huya con ella, pero Kostaki desbarata los planes.
«Soy polaca, nacida en Sandomir, vale decir en un país donde las leyendas se tornan artículos de fe, donde creemos en las tradiciones de familia como y -acaso más que- en el Evangelio. No hay castillo entre nosotros que no tenga su espectro, ni una cabaña que no tenga su genio familiar».
Durante la guerra entre Rusia y Polonia, su familia se enfrenta al zar y sus hermanos mueren en el frente. El anciano padre decide morir en su castillo, pero obliga a su hija a marchar escoltada a un convento en los Cárpatos, donde años atrás había encontrado refugio la madre. Los Cárpatos encierran mil y un peligros tanto o más fieros que los rusos, pero el mayor temor lo concita el encuentro con los bandidos moldavos.
El cortejo va guiado por un poeta popular que entona una canción con la que trata de conjurar el miedo a bandidos y vampiros, cuando es asaltado por una banda que asesina al grupo y se lleva a la joven a su castillo. Dos de ellos, los hermanos Kostaki y Gregoriska, descubre su lado sentimental y se disputan su afecto. Gregoriska le pide que huya con ella, pero Kostaki desbarata los planes.
La madre descubre el cadáver de Kostaki y pide a Gregoriska que encuentre al asesino de su hermano y lo mate. Mientras, por las noches, la joven Edvige es visitada por un vampiro que le sorbe la sangre haciéndola empalidecer. Gregoriska descubre lo ocurrido y planea acabar con él, pero, cuando por fin Gregoriska se enfrenta al vampiro en el monasterio de Hango, descubre que se trata de su propio hermano que se había suicidado.
Tras el reto a duelo, Gregoriska consigue su propósito, pero es herido de muerte y finalmente enterrado junto a su hermano. Entonces, la madre revela que ambos han sido víctimas de la maldición que había caído sobre los Brankovan, después de que un antepasado hubiera matado a un sacerdote.
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