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sábado, 8 de diciembre de 2012

El «Quijote» y el «quijotismo» en la prensa del Setencientos. «El Censor»

          Dado que la lectura del Quijote satírica fue la que predominó en el Setecientos, no es extraño que se utilizara no ya esta obra como modelo narrativo, que también lo fue en España y en el resto de Europa, sino a su protagonista y visión del mundo como modelo de «desfacedor de entuertos», como muy bien ha estudiado nuestro flamante doctor Cuevas. 
          En un siglo de crisis -del verbo κρισις (krisis) y este del verbo κρινειν (krinein), que significa «separar»,  «cribar»,  «discernir» o «enjuiciar»- es facil entender que en este intento de decidir qué era lo que podía sostenerse como verdadero a la luz de la razón y de la experiencia, Cervantes se convirtiera -y con él su personaje- en un referente para esa revisión crítica de todo el conocimiento heredado.
          En la misma medida puede entenderse que el periodismo del siglo XVIII, tan atento ya en estos años a la moral -esto eso a las «mores», costumbres- de su época, no perdiera oportunidad para enjuiciar la conducta de su sociedad, el comportamiento social, los hábitos de sus paisanos y, en este sentido, es en el que hay que entender el fundamento y el propósito de uno de los periódicos más importantes de esta centuria, El Censor, en cuyo primer discurso, que sirve de prospecto, el periodista, al explicar el sentido de la máscara tras la que se esconde, justifica el tono y el objeto de su visión crítica:

            «Algo más que mi semblante me parece digno de la curiosidad del público mi carader, que no dexa de ser bastantemente extraño. Por otra parte, siendo una de las cosas que me propongo en esta obra representar los de otros, que me parezcan particulares, es muy justo que empiece por el mío, y que su descripción aparezca a la frente de todos ellos. Asi procuraré trazar mi retrato moral en el presente discurso, que informando al mismo tiempo a mis Lectores de los motivos que me han empeñado en ser Escritor público, podrá servir de prologo a los que se sigan. Consiste principalmente la estrañeza de mi carafter en una razón tan sumamente delicada, que nada apenas de quanto se la presenta merece su aprocion, y en un genio tan en extremo vivo y arisco que nada puede sufrir que no la logre, y que en las cosas que debieran serle mas indiferentes se interesa con la mayor viveza. Uno y otro se descubrió en mí desde muy niño».
          No obstante, será en el nº 68, cuando se presente a sí mismo como un nuevo Don Quijote, enajenado por descubri todo tipo de errores:

           «Sí, Señores, el Censor es, y lo tiene a mucha honra, mui semejante a un Don Quijote del mundo filosófico, que corre por todos sus países en demanda de las aventuras, procurando desfacer errores de todo género, y enderezar tuertos y sinrazones de toda especie, pertenezcan unos y otros a la materia que pertenecieren. He aqui su manía. Intento verdaderamente loco; ya por la cortedad de sus fuerzas, ya por la debilidad de sus armas. Razoncitas, discursitos que cuando mas llenan un pliego y alguna satirilla tan débil como una caña, miren qué baterías de cañones o qué buenos doblones de a ocho, para que hubiesen de convencer o persuadir a nadie en el mundo».
           Así lo hará y a cambio, como preveía, el periódico recibirá numerosos ataques hasta el punto de que varios números serían denunciados a la censura y se produciría tal campaña en su contra que finalmente el gobierno decidiría pagar una pensión a su autor para que dejara de escribir. Pero eso es ya otra triste historia.
          En todo caso, su sátira no resultó vana y su ejemplo cundió. Con mayor o menor fortuna, otros periódicos -entre ellos uno gaditano, El Argonauta Español- volverían a traer a sus páginas al personaje del Quijote y su afán crítico contra errores e injusticias. Un modelo, que, por cierto, no acabó en el Setecientos y que, como bien estudia un doctor en ciernes ha dado numerosos ejemplos en los periódicos y, particularmente, los folletos ensoñadores de los años de las Cortes y la Guerra de la Independencia.



 

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