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viernes, 4 de enero de 2013

La Rima IV de Béquer y la creación poética

           Cuando se comentan las Rimas de Bécquer, suele distinguirse un primer grupo conformado por las once primeras, en las que el autor aborda el tema de la poesía, de su creación, de su origen. Efectivamente, esta rima IV es en sí misma metapoesía, pues utiliza el poema para ilustrar las diversas fuentes de poeticidad, el múltiple origen de la inspiración.

«Rima»

No digáis que, agotado su tesoro, 
de asuntos falta, enmudeció la lira; 
podrá no haber poetas; pero siempre 
habrá poesía. 
Mientras las ondas de la luz al beso 

palpiten encendidas, 

mientras el sol las desgarradas nubes 

de fuego y oro vista, 
mientras el aire en su regazo lleve 
perfumes y armonías, 
mientras haya en el mundo primavera, 
¡habrá poesía! 

Mientras la ciencia a descubrir no alcance 

las fuentes de la vida, 

y en el mar o en el cielo haya un abismo 

que al cálculo resista, 
mientras la humanidad siempre avanzando 
no sepa a dó camina, 
mientras haya un misterio para el hombre, 
¡habrá poesía! 

Mientras se sienta que se ríe el alma, 

sin que los labios rían; 

mientras se llore, sin que el llanto acuda 

a nublar la pupila; 
mientras el corazón y la cabeza 
batallando prosigan, 
mientras haya esperanzas y recuerdos, 
¡habrá poesía! 

Mientras haya unos ojos que reflejen 

los ojos que los miran, 

mientras responda el labio suspirando 

al labio que suspira, 
mientras sentirse puedan en un beso 
dos almas confundidas, 
mientras exista una mujer hermosa, 
¡habrá poesía!


          Así, la poesía aparece independiente de su creador, porque aquí no se contempla la poesía como el producto de la creación poética, sino como la fuente de la que puede manar. Bécquer quiere convencernos de que si la obra no surge no es por falta de motivos inspiradores, sino de creadores que sepan descubrirla y convertir esas posibilidades en acto, esas virtualidades en realidad, en poesía.
           El origen del posible entusiasmo creador es, como decía, múltiple y se encuentran en las maravillas de la naturaleza, en los misterios que se resisten a la razón, en la complejidad del sentimiento y en el amor y la belleza, porque aquí, como en la rima XXIV, aparece de nuevo el motivo del «beso de las almas».
          En fin, desde el punto de vista de Bécquer, el verdadero poeta es aquel capaz de descubrir a los ojos de los demás el misterio que se oculta a la mirada del resto de los hombres, aquel ser sobrehumano cuya inspiración divina le permite sacar a la luz la magia que encierra el universo. Esa es la misión semidivina del poeta, tal como se interpretaba en el Romanticismo y muy particularmente entre los románticos alemanes.

2 comentarios:

  1. Para mí, en contra de parte de lo que dices, Bécquer no califica al poeta como sobrehumano, sino que avanzando unos pasos, desvincula al poeta del hecho poético, situando a este hecho en el mundo, en los lectores, en la vida, en el amor, en el lenguaje. Eso sí que es moderno, guiñando un ojo a Rimbaud y Baudelaire.

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    1. La desvinculación del poeta respecto del hecho poético es clara y yo he dicho que es independiente una de la otra; en cuanto al carácter semidivino de su misión y a su naturaleza sobrehumana no creo que sea contradictorio con lo que dice el poema, puesto que el poeta es un ser especialmente dotado y eso es lo que lo hace superior al resto de los hombres. De eso habla también Juan Valera, que admiraba mucho a Bécquer y compartía con él esta interpretación de la poesía y del poeta.

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