Fuente: Omemagazine |
Así el tal tenía más fama,
en aquel tiempo barí (*),y más viento y fantesía
que tuvo el general Prim,
cuando dicen que ganó
la bandera marroquí:
y ninguno por delante
pudo nunca conseguir
ponérsele, que la Pulga
era el hombre de más chic
para rodar la calesa
que hubo desde aquí a Madrid.
Cierto día, que a una urgencia,
según tengo oído decir,
en su calesa llevaba
a un mercader que hubo aquí
muy rico: el maldito potro,
que estaba casi cerril,
se empeñó, el muy testarudo
en quererlo deslucir:
y al fin se salió con ella:
porque venciendo en la lid
contra la rienda empeñada,
a pesar del gran tilín
y ciencia de señó Pepe,
consiguió a escape salir
desbocado, por la cuesta
que coge junto al perfil
del castillo que le llaman
la Cortadura, y así
dando tremebundos botes
y saltando baches mil,
corría por el camino
con furioso frenesí:
El mercader iba muerto,
más lívido que el añil,
y más rojo que un tomate
la Pulga, de berrenchín
y los dos con más cerote
que tiene un perro infeliz
cuando víctima inocente
de la sevicia infantil
lleva colgando del rabo
algún cacharrillo ruin.
El mercader fue el primero
en romper, con voz sutil,
el pavoroso silencio
y dicen que dijo así:
«¿Qué te parece Pulguita?»
«¿Que, qué me parece a mí?»
contestó el interpelado
rascándose la nariz.
«Poca cosa, señorito:
que no güerve ozté a meir
más varas é percalina
de coco (** ) ni bombasín» (***).
(*) 'Excelente'. (ALACALá-VENCESLADA).
(**) En Andalucía se utiliza como percal (CALLEJA).
(***) 'Tela gruesa de algodón'.
Así es como el calesero de este cuento de Ibáñez-Pacheco resuelve en este cuento jocoso una situación inicial de miedo mediante una perífrasis eufemística para no nombrar la muerte, término tabú entre los gitanos, y provoca la sonrisa del lector.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario está pendiente de moderación.