27 de octubre. Día del Patrimonio Audiovisual.
En algún momento de nuestra vida casi todos hemos jugado a proyectar sombras con nuestras manos en la pared. Recuerdo cómo mis padres nos enseñaban y distraían con esa habilidad tan recurrida en una casa con tantos niños. Las sombras chinescas requieren una puesta en escena más compleja, pero relativamente sencilla para los titiriteros ambulantes que trataban de ganarse la vida en el siglo XVIII.
Como recuerda Varey en su forma moderna lo trajo el alemán José Brunn cuando en 1779 llegó a Madrid procedente de Francia con su máquina alumbrada con candilones de aceite para proyectar «diferentes sucesos» en una pantalla fabricada con papel encerado. La proyección podía ir acompañada de diversos efectos como «los relámpagos para la tempestad», mencionados en la cuenta del tramoyista, lo que hace suponer a Varey que se trataba de «la escena predilecta de los teatritos de sombras chinescas, La borrasca en el mar».
Figuras del teatro de sombras, El puente roto |
No tardan mucho en llegar a Cádiz estos espectáculos, pues ya Juan Ignacio González del Castillo (1763-1800) se refiere a esta diversión en su sainete Los jugadores, que debió escribir por esas fechas; pero las noticias más continuadas las ofrece el Diario mercantil de Cádiz, desde 1803. Curiosamente es otro alemán, Francisco Silverio, el que se trae su repertorio de sombras a la ínsula gaditana.
Diario mercantil de Cádiz. 1803. Diversiones públicas. |
Las sombras se populizarían a lo largo del XIX y variarían su repertorio introduciendo efectos cada vez más complejos para mantener la atención del público.
Teatro de sombras S. XIX |
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